Los servicios alabados no están disponibles para comprar en la corriente principal de Internet, sino que sólo son accesibles desde navegadores como Thor, que se utilizan para buscar en la web oscura o dark internet. Además, el producto que compraron algunos usuarios anónimos no era legal: se trataba de Zeus Botnet, un troyano que permite robar credenciales bancarias y explotar una red de ordenadores infectados (conocida como botnet) con fines maliciosos, y que cuesta menos de tres euros.
“Hay diferentes tipos de vendedores de malware [programas informáticos maliciosos]. Normalmente, los más especializados son más caros”, explica el investigador Carlos H. Gañán, del grupo de Ciberseguridad de la Universidad de Delft (Holanda).
Comprar virus
Tan variados como los catálogos, la empresa de seguridad Armor ha llegado a la conclusión de que la opción más rentable para quienes tienen los conocimientos necesarios es comprar lo básico, como los exploits que aprovechan las vulnerabilidades para acceder a sistemas de terceros, las muestras de ransomware (virus secuestradores de ordenadores) o el código para ampliar el alcance de redes de bots como Zeus.
“Tienes toda la cadena de suministro. Puedes comprar un paquete en el que el criminal te hace todo, o una parte particular del crimen”, precisa Gañán. “Puedes contratar desde la parte entrada del malware hasta las mulas que pondrán el dinero en tu cuenta o el mixer que reduce la trazabilidad de las criptomonedas”.
Existen plataformas que permiten lanzar un ataque de denegación de servicio (DDoS) con unos pocos clics y fijar el coste en función del número de máquinas implicadas en la sobrecarga de los servidores o de la duración del ataque.
“Es bastante sencillo: pagas con bitcoin, con monero o incluso con tarjeta y te dan acceso a un panel donde puedes hacer lo que quieras. Pones la URL, el tiempo y el tipo de ataque”, resume Marc Rivero, investigador senior de seguridad del equipo GReAT de Kaspersky.
Según el experto, lanzar un ataque “bastante grande” sería posible por unos 90 euros. Estos “bienes digitales” para hacer el mal son cada vez más populares en la Internet oscura, conocida desde hace tiempo como el mercado de lo atroz. En ella se encuentra de todo, desde armas hasta drogas o pornografía infantil.
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